QUITEÑA ANTOLOGÍA URBANA

Quiteña antología urbana


Poeta Ángel Tituaña


El paisaje quiteño es el convento de tal engreída antología lírica.


Las lluvias quiteñas son como las lágrimas que vierten mis ojos,
los soles, que queman en la capital, impregnan su calor,
Las piedras y mármoles dan toque original a los lujosos hoteles
del norte de la ciudad inmortal que crece veloz.


A veces, me pregunto, ¿qué será de la ciudad tan alegre?,
tan bohemia por las piedras de la Ronda capitalina,
tan taciturna y melancólica que acompaña a la herida del citadino.
Hoy más que nunca la acelerada delincuencia
ronda sin cesar mañana, tarde y noche.


Ya extrañaba escribir alguna frase poética,
Ya sufría el añorar la inspiración antes de la partida,
del hombre pillareño, que ya de muerto la comuna
le cobijó el estandarte tricolor
y como un héroe caído lo llevaron
al lugar del silencio constante,
al son de fúnebres y alegres melodías.


A mis oídos suena la lluvia  que cae sin cesar  un solo instante,
A diario vivo la cotidianidad solitaria y vaga.
Hay mucha gente que acorrala más la soledad del alma perversa,
de imaginarse doncellas, inocentes, con ilusiones juveniles,


Me gusta el verso libre antes que el espíritu
se traume por el verso perfecto alejandrino,
muchos han escrito y nadie se ha interesado por sus poemas
llenos de valores y dudosas virtudes,
tan llenos de ambiciones arrogantes o de la sencillez de un hombre
que corre preocupado,
por el que dirán,
o con el miedo de recaer
en el alcohol por no saber aceptar la cotidianidad,
la tristeza, la amargura de la existencia humana.


Las redes sociales llenan de cierta calma al escuchar las melodías de  antaño,
La vida quiteña pasa, hay pobreza y delincuencia, gente que roba y sorprende,
al transeúnte que anhela llegar a su destino después de  la alta dosis de responsabilidad.


El centro de Quito se disfraza a diario
con la realidad visible y repetitiva
No dejo de contemplar trabajadoras sexuales
por las calles veraniegas de la Plaza Grande y de Santo Domingo.
Frente a las Iglesias el pecado vibra como foco intermitente.


El brillo del zapato negro da elegancia y formalidad,
La sonrisa de las quiteñas amenizan el paisaje,
de una mujer que se queja por su dolor en el derecho brazo,
Los bolsillos del pantalón negro anhela monedas doradas
para simplemente gastar en algún alimento perecedero
Las miradas de la gente son de total ira porque que no va rápido el bus,
Silbidos, gritos, insultos,
rostros, verdaderamente, rostros extraños,


La gente toma a diario coca cola, que morocho blanco
más blanco que la conciencia de la ingenua que se prepara
para recibir la hostia sagrada, del Cristo Crucificado
pero resucitado.


Los hermanos afanosos cantan a la Virgen María,
Por ser mayo, el mes de las flores y de  perfectas alegría,
Porque carcajadas son ecos del demonio,
enemigo feo  de la divinidad angelical de Dios.


No se  cierran ojos inquietos,
porque la vida se torna reacia a los porvenires estudiantiles,
Pienso en la canción mejor lograda para entonar
en sábado, día de la Virgen María.


No hay que desvariar, si no hay que decir lo que siente,
lo que llora, lo que encarna la sensibilidad del corazón,
No puedes pensar que la vida es un puente que no tiene
peligro y sinrazón.


Medianoches, medias frías están las ideas del poeta,
escribe porque piensa que se expresa, o  en concreto,
porque ya la costumbre de escribir, le exige, le implora,
le dice: construye en mejor verso de amor.
o el paradójico poema que ve llorar a la inquieta hija,
en las tardes absurdas de finales de mayo.


Ya no quiero escribir,
porque me inquieta estar dentro de una cobija,
que recuerda el espíritu mercedario,


El poema es fácil,
el poema es difícil,
La creación escriturística es la expresión,
únicamente para deleitar a la estética divina.


Neruda y Gabriela Mistral homenajearon en sus inspiraciones,
al amor, a la vida, a efímeras circunstancias.
Yo doy el perfil normal de la realidad.


Se hizo, pues, la antología.


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