El acuartelado, por Segundo Ángel Tituaña
EL ACUARTELADO
Por: Segundo Tituaña
Quito, 26 julio del 2016.
Desfilaban
cuatro compañías[i] de
ciudadanos, porque en esos grupos de ciudadanos, estaba el acuartelado, que a
duras penas tiene un hermano que se afana con su cabezal. Cuando me acerqué al
Clase[1][ii]
que estaba al mando de 152 ciudadanos, entonces, me acerqué y le pregunté por un muchacho, me
pregunta de aquel muchacho que le buscó y lleva únicamente de apellido “Tituaña[iii]”
insistió el militar. En el momento que acabó de preguntarle al clase vestido de
camuflash, los otros ciudadanos hicieron “eco” de su voz: Tituaña, Tituaña, Tituaña, me
sonó a eco de que ya lo conocían, o era el muchacho ya popular, por sus
ocurrencias, o por su ingenuidad, pero de esto no era tan ingenuo, porque a lo
que estudió en el “San José” ya era bien popular, popular, conocido, de
inmediato se apareció el joven lleno de soledad en la mitad de tres compañías de
ciudadanos apenas recién instruidos.
Al mirar me
dio ganas de llorar porque vi el sufrimiento en su rostro, de que se acuarteló
no tanto, por servir a la patria, sino porque en realidad, se lo observa
despistado en la vida, y la monja clarisa y el chofer de carretera tomaron la decisión
de dejarle en el cuartel disque para que se componga de su actitud, pero hasta
donde lo escuché, únicamente, lo que cuenta los días para que se acabe. Es la
misma novedad cuando yo también estuve en las filas militares[iv],
pero al menos, con mi habilidad de entonar la guitarra, muchas de las veces
pasaba fuera de fila, entonando pasillos, boleros, o música romántica, dedicado
a las putas de mis altos superiores, que eran los que mandaban en aquel tiempo.
A veces, pienso que no se sirve a la patria sino a unos cuantos subalternos, de
rango superior. Aun, hoy existe esa servidumbre poco valorada y apreciada,
digo, porque de pronto estoy ofendiendo a las Fuerzas Militares.
Regreso a la
historia de éste muchacho que además de estar solo, es huérfano de madre, tiene
padre pero es como no tenerlo, ya que de ser reconocido era de ser “Sánchez[v]”,
pero igual, a nadie lo interesa este por menor. Realicé una selfis mal hecha,
ya que se tiene poca práctica. Pero igual se realizó la fotografía, creo que
más impresión le dio a mi acompañante, que de inmediato fue y consiguió una
sopa y arroz con pollo y lechuga y lo ofreció al comensal. El comensal lo
disfrutó. Comió de inmediato. Lo más cruel y triste es que se veían a
ciudadanos que tal vez por la distancia o no sé exactamente cuál es el motivo,
el por qué no lo visitaron, simplemente, entre, ellos jugaban o sencillamente
veían a los demás que sí estaban con sus familiares comían y estaban cerca de
sus encuartelados familiares. Tomaban jugo en funda. Y todo lo que se los
ofrecía.
Mientras ya
terminaba de comer el encuartelado, dos perros runas peleaban y echaban por sus
hocicos espuma, y como mi hijo estaba
cerca de aquellos perros, de inmediato me abalancé a salvarle de perros tan
rabiosos y llenos de cólera. El encuartelado seguía acabando la comida que le
proporcionó la señora de aproximadamente
unos 34 años.
Y con cierta
ironía al salir del Cuartel, cerca de Machachi[vi],
o más conocido como Cantón Mejía, la señora me manifestó: “Ya estás más
tranquilo”. Le contesté que bueno en cierta parte que sí, ya estoy más
tranquilo, sin embargo, me quedé preocupado porque yo viví 11 meses en el
cuartel y no es nada agradable, porque aparte de la sobrevivencia que hay que
realizar, es una experiencia dura. Por ejemplo a mí me dieron en la nalga con
el machete por abandonar la cuartelería, me fui calladito a traer del arriendo
de mi Padre sábanas muy blancas como la nieve del Chimborazo, que los días
jueves se tienden hasta las sábanas hasta la mitad de la cama, un sargento por
haber perdido el partido de boli me dio una bofetada en mi mejilla derecha, y también
me dio un patazo con su bota mal lustrada por haberle impedido que salga con
uno de sus camiones de color verde, ya que no tenía permiso. Lo había contado
que me pateó en la rodilla izquierda
A mi Teniente
Burgos, me dijo, recluta, no te preocupes y le dije el Apellido del Sargento
maltratador, entonces, el Teniente lo arrestó 8 días, pero cuando salió de su
arresto cada vez que encontraba me hacía flexionar ya de sea de piernas o de pecho, con puño o sin puño, eso era lo de
menos.
Otros primos,
también se fueron al cuartel pero no me interesó ir a visitarlo, pues bien, el
acuartelado no es querido por la familia, aun así, si lo han visitado en el
área asignada. Yo me fui a visitarlo porque era una obligación moral y de mucho
recuerdo, porque la Madre de muchacho acuartelado apoyando en sus dos muletas
metálicas y junto a la misma monja clarisa y el
chofer de vía Ambato-Santo Domingo, pero cuando era más muchacho. Esa
foto de recuerdo ya se dañó, pero está en la mente, ya que en la mente, en el
recuerdo jamás se va a olvidar, hechos, personas buenas y malas.
Están allí
presentes. Lo que yo viví fueron escenas de violencia, aunque ahora balbucean
por allí, que actualmente ya no hay maltrato alguno. También los militares se
han modernizado y ya no hay mucha violencia. Pero, pienso que no es así, porque
el muchacho acuartelado dijo que nos acompaña hasta una parte y de allí ya no
quiso seguir caminando. Lo visité al menos una hora reloj porque me fui con mis
hijos. La que le gusta el fútbol y pensó que iba a uno de esos partidos de
futbol, pero no se dio cuenta que fue a ver a jóvenes ciudadanos, que hace un
mes han ingresado a servir a la Patria, dicen que no es obligatorio de realizar
esta actividad, a ciencia cierta no lo sé. Lo cierto es que me causó gran
novedad de que un muchacho como a quien lo visité le haya tocado vivir lo que
yo viví.
Con esta
historia que acabo de narrar, aunque me duele bastantísimo la cabeza, por haberme
comido un hornado quizá recalentado y unas papas tortillas muy agrias y maduras
como han sabido vender por las fiestas del “chagra” en Machachi. Puedo pensar
que la vida sigue su ritmo. Al muchacho acuartelado le ha tocado vivir este
destino de servir a la dichosa y gloriosa patria.
Solamente, se
ve la sombra del acuartelado de
Machachi, rondando las frías noches, pero, aun no hacen la guardia, aun ni reciben las armas. La silueta se pierde
por la calle adoquinada del cuartel. Lo verde camuflash se queda como eco del
viento machacheño. En la mente de quien se propuso visitarlo queda la nostalgia
de contemplar al encuartelado solo y con familia poco preocupada de su
condición. El encuartelado, al fin, sonríe.
[i] acuartelado:
Ciudadano civil que se instruye en habilidades militares.
[ii]
Clase: militar con rango superior
[iii]
Tituaña: Apellido de descendiente de la Reina Chozaguil que tuvo romance con Huayna-Cápac
que atravesó por los campos de Huaynacurí, barrio de la Parroquia de San Miguelito-Píllaro.
[iv]
Militares: Ciudadanos que han recibido una instrucción militar en distintos
grados tanto de Oficiales como de Tropa.
[v]
Sánchez: Apellido de familias asentadas en los Barrios de San Andrés del Catón
Píllaro.
[vi]
Machachi: Cantón de la Provincia de Pichincha.
Sí es algo de literatura, pero parece ser muy real.
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