TESTIMONIO Y RELATO DE EXPERIENCIAS CON MI PADRE
TESTIMONIO DE UNA PERSONA SOBRE MI PADRE
Mi Padre era una persona que testimonió
todo con su vida y con su ejemplo. Me había perdonado de lo que era muy
violento porque él tomaba mucho. No puedo describir qué es lo que pasó, porque
me da vergüenza de aquello, pero hoy, existe en mi conciencia un
arrepentimiento grande por aquellas grandes
ofensas y maltratos que hice por mi inconciencia e ignorancia.
Sé que mi padre era generoso, bondadoso, no
tenía envidia, no guardaba rencor en su corazón por mis actitudes negativas.
Siempre lo pienso en cómo iba a su trabajo, se levantaba muy temprano y se
dirigía hacia el baño, después de bañarse su cuerpo, se afeitaba y luego se
peinaba, se ponía en las palmas de sus manos colonia inglesa y se frotaba sobre
su rostro y cabeza. Se ponía su terno. Recuerdo de su terno plomo. Tomaba cocoa
con pan. Se dirigía hacia la av. Occidental para tomar un bus que le dejaba
hasta la av. Rodrigo de Chávez, donde quedaba su sitio de trabajo. Era el Comité
de Empresa del Municipio: 15 de noviembre. Era un sindicato de trabajadores que
su visión constituye velar por el trabajador municipal sobre todo de los que
trabajaban en la EMOP. Empresa Metropolitana de Obras Públicas.
Siempre era alegre y educado; y según
testimonio de una mujer que para irse a su casa o departamento de arriendo, del
trabajo se despedía de todos, extendía la mano, y como la gente le era
simpático ésta actitud, le decían “vaya tranquilito, vaya con su nuera”. En ese
momento Manuel manifestaba que no era su nuera sino su hija.
Y como la mujer debía hacer tiempo para dirigirse
hacia su trabajo en Guamaní, pasaba el tiempo visitándole en su empresa, porque
se dirigía a la Gangotena Posse, guardería de la Loma Grande. Y siempre Manuel
decía que ella no era su nuera sino s hija. Aunque ya lo había presentado antes
de la misma manera: sus compañeros, siempre volvía a repetir lo mismo, siempre
afirmaba: “No es mi nuera sino es mi hija”. Y siempre llamaba por teléfono
desde su trabajo y preguntaba a cerca de su nieta Jennifer Samantha y en vez de
decir Sami afirmaba: Shami o “guagua shami”.
El hombre de 70 años tomaba demasiado por
lo que la mujer lo iba siempre a cuidar, algunas veces porque lo pedía de favor
uno de sus hijos y otras veces porque lo nacía irle a ver para que no le pase
nada, pero Manuel confesaba que apenas se había tomado unos traguitos, pero mis
hijos me hablan, y la mujer que lo visitaba siempre le preguntaba pero con
delicadeza. ¿Qué le sucedía? Y el trabajador municipal lo respondía que hacía
eso porque era “chulla vida que se tiene”, pero “ya no voy a tomar”, además, no
sé qué haré después de que ya me jubile de mi trabajo, no sé qué pasará. Y sus
compañeros en coro pronunciaban la siguiente frase: “llévelo, no más al Manuelito,
puesto que han de venir alguien de Fiscalización y lo vayan a sorprender que
está tomado, llévelo, llévelo y que vaya a descansar. Salían de aquel lugar y
la mujer lo llevaba en taxi, pues ya no le quedaba mucho tiempo, pues tenía que
desplazarse hasta el colegio Juan Wisnett.
¿Por qué lo recuerdo a mi Padre? Lo
recuerdo porque era un personaje con sus cualidades físicas y morales. Lo
recuerdo desde cuando tenía aproximadamente unos 3 o cuatro años en Guaynacurí,
donde vivíamos en una casa de teja y bloque. Lo recuerdo que madrugaba a las
tres de la mañana para irse a la Comuna, todos los días y a las siete de la
mañana ya estaba de regreso. Y me despertaba y me bañaba porque ahí yo tenía un
problema psicológico y mala costumbre de hacer pipi en la cama de madera.
Manuel era un buen agricultor, trabajaba
con azadón, pico, pala, barra, machete. Uncía a los toros, tenía un toro negro de
raza grande, le nominaba de sabanero y al toro lo decía, el chimo pues tenía su
cuero de color negro y blanco. Ponía el Yugo hábilmente a los animales, en sus
cabezas, luego que los sujetaba bien en los cuernos de los toros. Le ponía el
Timón que era un palo alargado de eucalipto, de aproximadamente de unos tres
metros de largo y de ancho como de un pilar, pero bueno, todo era artesanal,
tenía reja metálica que era una punta que se impregnaba en la tierra para
arar, luego para cruzar, luego se pasa
la rastra que era una estructura de madera para hacer ñuta la tierra y que esté
lista para hacer los surcos y sembrar papas, maíz, también con la rastra se
tapaba o sembraba la yerba como raigrás, avena, alfalfa. Ese oficio agrícola me
tocó aprender, pues recuerdo cuando tenía unos 14 0 15 años. Sí colaboré con mi
abuelita, porque ahí había que trabajar con la Yunta y había que dirigir a
estos animales y sacar adelante y cultivar bien los terrenos. Este oficio
aprendí de mi Padre. Y mi abuela María Angélica llevaba la comida en baldes, en
el uno traía la sopa y en el otro que era morocho. La comida era más de granos.
Era una colada hecha de maíz. A veces daba locro de zambo, zapallo, choclos con
queso, ají, papas cocinadas, papas con cáscara, mellocos, ocas, zopa de coles
con papas, zanahoria, lo mejor era
cuando había fiestas en honor al Corazón de Jesús o a la Virgen María. Cocinaban
en ollas o cacerolas grandes el caldo de gallina de campo, papas lechuga y los
cuyes asados al carbón. A veces solían asar los conejos. Se hacía la Chicha de
maíz. Este líquido se ponía en pipas de madera que pocos eran los que tenían.
El alquiler de pailas, pipas de madera, ollas grandes alquilaban por 5 mil
sucres o 10 mil sucres.
Lo recuerdo a mi Padre porque siempre le
gustaba viajar a las mingas, las mingas del agua, que básicamente, las decenas
de personas, sobre todo de los siete barrios ( San Carlos (El Rosario) , La
Esperanza, Guaynacurí, San Pedro de Cruzñan, San Juan, San Jacinto, Chacata (El
Carmen), íbamos monte arriba a las faldas del cerro Quinuales, de donde se
tomaba el agua más cristalina para servirnos en las casas.
La vida era en el campo, se ponía botas de
caucho y pantalones gruesos porque el frío del páramo era tenaz, a veces llovía y el frío era más intenso. La
vida del campesino es dura y pesada porque en esa época había que viajar a pie,
pocos eran quienes tenían carro, camiones que transportaban hacia el páramo
como popularmente se conocía aquel sitio.
Lo recuerdo a mi Padre porque a pesar de
todo, siempre me ayudó salir hacia delante. El sueño de él era verme graduado
en una de las mejores Universidades de la ciudad de Quito, como es la
Universidad Católica de Quito. Gracias a la compañía de Jesús es decir por los
Padres jesuitas pude ingresar a la facultad de Comunicación, Lingüística y
Literatura. Pero mi padre fue uno de los personajes que me impulsó a seguir y
terminar. Aunque no le di el gusto en vida, hoy ya soy un licenciado de la
universidad. No me vanaglorio del
título, sino que debo hacer uso del título en el trabajo para incrementar un
poco de dinero y más que el dinero debo poner en práctica los conocimientos adquiridos
en esta casa académica.
Lo recuerdo a mi Padre porque me dio unos
hermanos cada uno con sus cualidades y defectos pero los quiero y lo amo mucho.
MARIANA. Es una persona trabajadora, buena
madre, buena hermana, buena abuelita. Bastante religiosa. Justa.
CLARA. Trabajadora. Tiene un afán por el
bienestar de los demás hermanos y hermanas. Amorosa con dos hijos.
HUGO. Es trabajador, amoroso con sus hijos
y con su madre.
LUIS. Es una gran policía, trabajador y
amoroso con su única hija.
MARIA DE BELÉN . Amorosa con sus hijos.
SANTIAGO. Trabajador y amoroso con su hija
MADRE: MARÍA NATIVIDAD: Una mujer luchadora
por sus hijos y nietos, única porque es alegre y sencilla. Le gusta la cocina,
comparte muchas cosas con hijos que no tienen.
Me gusta como escribo, porque de esta manera se deja huella en la vida corta o larga.
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